jueves, 23 de julio de 2009

Las reglas del juego

“Rehusan a admitir el fracaso, no importa qué tantas esperanzas abandonen en el proceso de vivir” (J. Marías)

En ocasiones hay decisiones que se nos muestran claras, hacemos alguna elección con toda la seguridad de que nos acercará mas que alejará de nuestro objetivo que si no la tomamos.
Ahora bien, somos tercos en nuestro caminar a pesar de que irremisiblemente dejaremos cosas a las que nos debíamos, dejaremos de ser lo que somos o en el peor de los casos nos corromperemos. Tal es así como transcurre la vida.
Sacrificaremos cosas en beneficio del resultado anhelado, más allá incluso de las que seamos conscientes. Qué colección de aspiraciones, ambiciones e ilusiones (si no también obligaciones) almacenamos sin quererlo.
Para jugar a ganar, en esta vida, hay que estar preparado para la desdicha que conllevará la derrota. Puede ser más sensato quedar en “tablas” (con tu sueño) porque como decía Trapiello, en la conformidad hay ya mucho de pasable felicidad.
Será por la edad que a veces aún pienso en llegar a donde siempre había pretendido y donde, dios sabe ya donde pretendo; o acaso no vivo ya en mi mejor elección.

domingo, 12 de julio de 2009

Posibilidad

“Este inmenso mundo que cabe incluso en un pensamiento equivocado” (F.Benítez Reyes)

Se me abre el abanico de posibilidades, por lo visto todo está al alcance de la mano: viajes por libros, melodías, o en aviones, parece que la vida se rie en mi cara con estos sustitutivos con imagen de cultura, la felicidad degradada a formas cuadradas. Los intelectuales no me perdonarán esto. Si leo un libro mato el tiempo, porque si él nunca me besará qué cara le pongo a Werther o a Romeo, como se desbordará mi imaginación, como embriagarme de las letras si el mío es un príncipe sin cabeza.

Y si traslado mi cuerpo a cientos de kilómetros mi cabeza sigue igualmente encima de mis hombros. Enciendo el equipo como última escapada. Armonías que se despliegan, la escobilla en la batería como un corazón que susurra acelerado (tss tss, tss tss), mis sentidos persiguen fatigados las retailas de notas, sin poder acomodarme a su frenético ritmo.

A veces soy incapaz de descifrar en mi si estoy viviendo este instante o esperando alguno que vendrá. Si quiero reafirmar mi autosuficiencia diré lo primero, pero como discernir entre las opciones. Que importa lo que venga si no será real hasta que no se haga presente. La ilusión se torna hecho y luego recuerdo, y la fase intermedia se nos hará la más corta (La inconsciencia - o felicidad- siempre sabe a poco).

viernes, 10 de julio de 2009

Temor y ganas

“Las palabras más libres que podamos decir y que más serenan, las que dirigimos a quien no puede oirnos” (J. Marías)

Los deseos rugen y callan
saben de prepotencia y disimulo
ojalá todo fuera objeto
todo fuera existencia
pero esta recubierto de significación.

Por eso te cojo
y te meto aplastado en un libro
y sirves para recordarme
por donde va mi historia.

Si quieres podemos reiterar
esta página toda la noche
podemos volver siempre al comienzo
aunque el tiempo sea lineal
juguemos a trazar círculos.

Todo puede volver a ser
como encontrarnos en la calle
Intuimos el temor
igual que nos adivinamos las ganas.

He llenado esta hoja con remiendos
las palabras son hilos sueltos
de un tapiz que tejí hace tiempo
donde estaba dibujado mi sueño.

miércoles, 8 de julio de 2009

La espera

“La belleza de las cosas está, más que en ganarlas, en perderlas” (Pessoa)

Es rasgo del pesimista no esperar nada. Yo espero pero con la misma melancolía. La desidia y la esperanza conviven en mi en mi alternándose, la una alimenta y la otra consume las ganas de vivir. Efluvio continuo de pequeñas esperanzas. O de esperas, es un término más humilde, es la sensación intuitiva constante de lo que vendrá, que será seguro normal, y esperado. La añoranza del que todavía no llega a pesimista (aunque le falta poco). Lo que te mantiene despierto aún cuando la noche hace horas que te ha asegurado que el día ha acabado. La desidia se vuelve entonces incipiente ilusión ahora que apremia el siguiente número del calendario. Y no entiende uno que esperanza puede ponerse en varias horas de madrugada, tiempo que es de tránsito, como en los viajes, que te sientes cómodo por estar en ninguna parte. Añoranza porque en tu conciencia sientes ya lo que vas a perder durmiéndola. Tienes sueño, y ya no te parece que estés ganando vida. La oscuridad te convence.