miércoles, 8 de julio de 2009

La espera

“La belleza de las cosas está, más que en ganarlas, en perderlas” (Pessoa)

Es rasgo del pesimista no esperar nada. Yo espero pero con la misma melancolía. La desidia y la esperanza conviven en mi en mi alternándose, la una alimenta y la otra consume las ganas de vivir. Efluvio continuo de pequeñas esperanzas. O de esperas, es un término más humilde, es la sensación intuitiva constante de lo que vendrá, que será seguro normal, y esperado. La añoranza del que todavía no llega a pesimista (aunque le falta poco). Lo que te mantiene despierto aún cuando la noche hace horas que te ha asegurado que el día ha acabado. La desidia se vuelve entonces incipiente ilusión ahora que apremia el siguiente número del calendario. Y no entiende uno que esperanza puede ponerse en varias horas de madrugada, tiempo que es de tránsito, como en los viajes, que te sientes cómodo por estar en ninguna parte. Añoranza porque en tu conciencia sientes ya lo que vas a perder durmiéndola. Tienes sueño, y ya no te parece que estés ganando vida. La oscuridad te convence.

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