lunes, 23 de noviembre de 2009

Para...


Salirme, erradicar toda ineludible vinculación al cuerpo, a estos límites de piel y más allá intentar sobrepasar la pared de lo conocido, y no acomodarse porque al final termina por ser los muros y el sillón que uno se procura para campar a sus anchas, termina por ser el aborrecido jardín con flores y una náusea de ausencia de carencias y una cárcel tan bonita de piel suave y agradable aroma
Esta inútil guarida.

“Yo mismo en el resto de la realidad que ignoro me estoy esperando inútilmente” (Cortázar)

Qué maltratado ese yo del otro lado al que nunca redimimos, atado en corto, se alimenta de lo que puede, casi nunca de realizaciones(acciones). Un poco de tiempo libre para el pobre carroñero de meditaciones, para el lobo estepario, para el vagabundo taciturno, apartado.
Sed de esta agua, una sed incalmable, que exige, que no deja.

Y pensé que aquí escritas no iban a parecer tan graves y hondas las palabras que son germen de una actitud que vista aquí parece que ni siquiera plantea argumentos de peso. Porque no los tiene seguramente. Y dicho esto uno se sacude la cabeza y sigue a lo suyo.
Mas tarde descubriría que esta esquivación se gangrena si no se trata a tiempo

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